Mitología de la Luna
La compañera inconstante de la Tierra viene cargada con muchos significados y nombres a través de las etapas de la humanidad. Cuando percibimos la Luna a través de su ciclo, nos provoca reacciones imaginativas y emocionales bien marcadas.
La Luna llena nos resulta mágica y nos hipnotiza, a veces nos parece siniestra y misteriosa. Siempre exclamamos en una noche de Luna lle...na: ¡Mira la luna, qué hermosa!
Cuando la Luna esta en cuarto creciente, se percibe esbelta y débil pero nunca pensamos en algo de naturaleza negativa, hasta nos parece la sonrisa de la noche.
Y las noches de Luna nueva, ¡cómo nos hace falta para aclarar la noche y darnos su resplandor! Esa luz que le da imagen aparente a las cosas. Es romántica si estás en buena compañía e inquietante si estás solo.
Ella siempre ha sido un símbolo poderoso y con la mentalidad de los tiempos antiguos, ¡imagínate! ¡Qué podrían llegar a pensar! Una noche de una forma y la siguiente de otra, pero siempre cumpliendo su ciclo. Inconstante pero confiable. Asociada a los locos o lunáticos, a las fantasías infantiles y a las melodías románticas; ella siempre será asociada a la imaginación humana.
Los mitos ligados a la Luna vienen asociados a la figura femenina y muy frecuentemente a tríos de deidades representados en las fases lunares: Llena, nueva y creciente.
La Luna nueva o Luna negra estaba asociada a la muerte, la gestación, la hechicería y a la diosa Hécate.
Luego aparece la Luna creciente, delicada, virginal y prometedora, lista para dejarse fertilizar, cóncava como un tazón dispuesto a recibir. Fue representada y humanizada en la imagen de la diosa virgen Perséfone, secuestrada por Hades. También representa a Artemisa, la virgen cazadora y patrona de los animales salvajes.
Por último, la Luna llena; redonda, plena, lozana, madura que podría dar a luz en cualquier instante. Esta es la Luna en su máximo dominio y está relacionada con Deméter, la diosa de la fertilidad, la madre de todo ser viviente.
Todas estas imágenes reflejan la experiencia humana arquetípica y los ciclos de nacimiento y muerte de los seres vivientes. Cada vez que alcanzamos un momento cumbre en nuestras vidas es una Luna llena, pero para llegar a ese momento seguramente fue antecedido por un comienzo donde pusimos la primera semilla, la luna creciente. Y como también existirá un futuro, donde las cosas irán decayendo y rememoraremos el pasado pleno y cierto, aquí aparecerá la Luna menguante, para luego finalizar con la con fase de la Luna nueva, que nos permitirá renacer o empezar un nuevo camino, incierto pero lleno de esperanzas.
La compañera inconstante de la Tierra viene cargada con muchos significados y nombres a través de las etapas de la humanidad. Cuando percibimos la Luna a través de su ciclo, nos provoca reacciones imaginativas y emocionales bien marcadas.
La Luna llena nos resulta mágica y nos hipnotiza, a veces nos parece siniestra y misteriosa. Siempre exclamamos en una noche de Luna lle...na: ¡Mira la luna, qué hermosa!
Cuando la Luna esta en cuarto creciente, se percibe esbelta y débil pero nunca pensamos en algo de naturaleza negativa, hasta nos parece la sonrisa de la noche.
Y las noches de Luna nueva, ¡cómo nos hace falta para aclarar la noche y darnos su resplandor! Esa luz que le da imagen aparente a las cosas. Es romántica si estás en buena compañía e inquietante si estás solo.
Ella siempre ha sido un símbolo poderoso y con la mentalidad de los tiempos antiguos, ¡imagínate! ¡Qué podrían llegar a pensar! Una noche de una forma y la siguiente de otra, pero siempre cumpliendo su ciclo. Inconstante pero confiable. Asociada a los locos o lunáticos, a las fantasías infantiles y a las melodías románticas; ella siempre será asociada a la imaginación humana.
Los mitos ligados a la Luna vienen asociados a la figura femenina y muy frecuentemente a tríos de deidades representados en las fases lunares: Llena, nueva y creciente.
La Luna nueva o Luna negra estaba asociada a la muerte, la gestación, la hechicería y a la diosa Hécate.
Luego aparece la Luna creciente, delicada, virginal y prometedora, lista para dejarse fertilizar, cóncava como un tazón dispuesto a recibir. Fue representada y humanizada en la imagen de la diosa virgen Perséfone, secuestrada por Hades. También representa a Artemisa, la virgen cazadora y patrona de los animales salvajes.
Por último, la Luna llena; redonda, plena, lozana, madura que podría dar a luz en cualquier instante. Esta es la Luna en su máximo dominio y está relacionada con Deméter, la diosa de la fertilidad, la madre de todo ser viviente.
Todas estas imágenes reflejan la experiencia humana arquetípica y los ciclos de nacimiento y muerte de los seres vivientes. Cada vez que alcanzamos un momento cumbre en nuestras vidas es una Luna llena, pero para llegar a ese momento seguramente fue antecedido por un comienzo donde pusimos la primera semilla, la luna creciente. Y como también existirá un futuro, donde las cosas irán decayendo y rememoraremos el pasado pleno y cierto, aquí aparecerá la Luna menguante, para luego finalizar con la con fase de la Luna nueva, que nos permitirá renacer o empezar un nuevo camino, incierto pero lleno de esperanzas.

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